Desde que somos niños, la películas, la música o los libros nos enseñan ciertos ideales del amor que pueden ser perjudiciales, tanto en nuestra edad adulta como en nuestras primeras relaciones amorosas durante la adolescencia.
Compartimos este artículo escrito por Marta Morales, responsable del Departamento de Orientación y del programa de Pensamiento Emocional del Colegio Zola Las Rozas.
Estos ideales nos muestran un amor que prioriza a la otra persona, siendo esta lo único y fundamental de nuestra existencia, generando un alto grado de dependencia emocional, queriendo pasar todo el tiempo con la otra persona y experimentando emociones de felicidad o sufrimiento muy intensas. El miedo a perder a la otra persona suele estar presente y el sacrificio es una gran muestra de amor. Este tipo de amor es el que conocemos como amor romántico.
El amor en la adolescencia suele hacer referencia a este tipo de amor. Vivimos nuestro primer amor con una gran intensidad y es muy probable que nunca lo olvidemos. Pero no siempre nos aporta experiencias agradables, ya que tendemos a idealizar las relaciones: los primeros noviazgos pueden ser una gran aventura donde nos encontremos con muchas ilusiones, pero también decepciones y frustraciones.
Sabemos que el amor tiene infinitas formas de manifestarse y llega a cada persona de forma diferente ya que cada uno de nosotros lo vive y lo entiende a su manera. El amor no entiende de edad, ni de clases sociales, ni elige el momento ni a la persona idóneas. Sin embargo la experiencia y nuestras competencias emocionales (regulación y autonomía emocional, inteligencia interpersonal y las habilidades para la vida y el bienestar) juegan un papel muy importante en esta aventura del amor.
Por ello, como madres y padres tenemos la oportunidad de ofrecerles las herramientas a nuestros hijos para que esa aventura bonita y emocionante sea también un camino de aprendizajes. ¿Cuáles son estas herramientas?
Debemos tener presente que la adolescencia es una etapa de la vida con intensos cambios físicos, psicológicos, sociales y emocionales, en la que la corteza prefrontal, encargada de la planificación, razonamiento y control de impulsos, no está del todo desarrollada, por lo que las emociones cobran un papel protagonista. Esta es una de nuestras tareas como madres y padres: enseñarles desde la niñez la gestión emocional, validando todas y cada una de sus emociones y mostrándoles las herramientas para una gestión adecuada a sus necesidades y contextos.
Acompañarles en este camino
Pero sin duda, nuestra principal tarea es el acompañamiento: hacerles sentir que están en un entorno seguro, en el que el respeto y la empatía son esenciales. Entenderles y respetarles nos ayudará a estar a su lado cuando lo necesiten: lo que para nosotros puede ser “cosas de adolescentes”, para ellos puede ser un gran reto que gestionar, y como adultos tenemos la oportunidad de acompañarles. Establecer oportunidades de conversar y expresar cómo nos sentimos y cómo se sienten ellos, nos ayudará a generar ese ambiente de confianza y seguridad.
Desarrollar una autoestima sana también depende en gran parte de nuestra tarea como madres y padres. Aunque es una responsabilidad que tenemos desde que nacen, la adolescencia es una etapa donde este aspecto cobra mayor importancia. Las decepciones en el amor pueden perjudicar su autoestima ya que, como hemos comentado anteriormente, el amor romántico, propio de la adolescencia, genera un alto grado de dependencia emocional, por lo que debemos ayudarles a construir una autoestima basada en la autoconfianza, y en valores, intereses y metas sólidos, acompañándoles y apoyándoles en estos momentos claves para su desarrollo emocional. No podemos olvidar que aprender a amar se aprende amando.
Vivir una afectividad basada en el respeto
Otro aspecto importante es enseñar a nuestros adolescentes a vivir una afectividad respetuosa, basada en el respeto, empatía y asertividad. Aprender a comunicarse adecuadamente con la otra persona y saber expresar nuestras necesidades sin hacer daño al otro, les ayudará a establecer sus propios límites. Para ello, es importante que desde casa sirvamos de ejemplo.
Desmitificar algunas ideas que aparecen a partir del amor romántico como “los celos son parte fundamental del amor”, “el cuento del príncipe que salva a la princesa”, “sólo existe un amor verdadero”, “el amor es suficiente para cambiar aspectos que no me gustan de la otra persona” y tantos otros que les trasladan las películas, los cuentos o la música, les ayudará a elaborar un concepto del amor más maduro y respetuoso.
En definitiva, tenemos la oportunidad de transmitirles a nuestros adolescentes que, tal y como dijo Oscar Wilde: “Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida».