Para Gemma Filella, doctora en Ciencias de la Educación y Coordinadora del Postgrado en Educación Emocional de la Universidad de Lleida, la clave para fomentar la inteligencia emocional en los niños está en «educar, de forma sistemática, las competencias emocionales, tales como la conciencia emocional, la gestión de las emociones, la autonomía emocional, las competencias sociales y las competencias para la vida y el bienestar». Tal y como señala, esta intervención se debería empezar desde la etapa infantil y ser un proceso continuo a lo largo de toda la escolarización.
También destaca que, en su momento, fue más fácil y rápido enseñar a reprimir las emociones que a educarlas. Asimismo, puntualiza que para impulsar la inteligencia emocional en el aula es necesario también trabajar las competencias emocionales de forma interdisciplinar en cada una de las materias, e integrar la Educación Emocional en el currículum.
En su opinión, es básico incorporar programas de Educación emocional en las escuelas para poder prevenir problemas como la violencia, el consumo de drogas, los abandonos escolares, las depresiones, las conductas agresivas, etc»… Por último, explica que la colaboración de las familias es imprescindible para que el alumnado pueda aprovechar al máximo la intervención que se lleva a cabo en la escuela.