Entrevista Carmen Loureiro

Carmen Loureiro participa en el III Encuentro Eduemoción son su ponencia titulada ‘El docente, el arquitecto de las emociones en el aula’. En esta entrevista nos cuenta que «los niños emocionalmente inteligentes logran integrar muy bien las dimensiones afectiva y cognitiva, lo que les permite responder con mayor flexibilidad y adaptarse mejor a la complejidad y los cambios». Reconoce que todavía queda mucho por hacer, pero que «la educación emocional y social es la esperanza para conseguir» una mejora de la sociedad.

  • Celebramos el III Encuentro Eduemoción, que está centrado en la implantación de la inteligencia emocional en los centros educativos. ¿Por qué crees que es importante este tema?

Carmen LoureiroCreo que se trata de un tema importante porque, aunque llevamos mucho tiempo hablando de la necesidad de una educación emocional que asegure el desarrollo integral de nuestros hijos y una sana convivencia en las aulas, aún estamos lejos de que eso sea una realidad en todas las escuelas de nuestro país. La educación emocional requiere de una formación continuada del profesorado y de la colaboración de las familias en torno a los mismos objetivos educativos. Pasar de una cultura y una escuela tradicional, centrada en las habilidades académicas, a una escuela en la que los sentimientos ocupen el mismo espacio que los contenidos de las materias y en la que los alumnos tengan un papel activo y aprendan a través de la cooperación con otros, es un proceso muy complejo que requiere de mucha experimentación durante muchos años. Por eso, todo lo que sea compartir experiencias e ideas respecto a cómo aprender juntos de ese proceso, será de gran ayuda para todos.

  • ¿Qué diferencia a un niño emocionalmente inteligente de otro que no lo es?

En primer lugar, la afectividad y conexión emocional positiva que le brindan sus padres y las personas que le cuidan normalmente. Desde esa base, junto con los apoyos convenientes en la escuela, los niños y niñas van desarrollando una serie de capacidades que hemos llamado inteligencia emocional. Lo que les diferencia es principalmente su mayor capacidad para empatizar y mostrar sensibilidad hacia otros (incluso cuando esos otros actúan de forma opuesta a lo que se desea); una apertura y expresión rica de los sentimientos, basándose en ellos para reflexionar sobre sí mismos y los demás de una forma más compleja y profunda; el afrontar los problemas o dificultades con más seguridad, pidiendo apoyo o colaborando; su capacidad de resiliencia y de motivación ante los retos… Se podría resumir que los niños emocionalmente inteligentes logran integrar muy bien ambas dimensiones afectiva y cognitiva, lo que les permite responder con mayor flexibilidad y adaptarse mejor a la complejidad y los cambios. Cuando trabajan con otros, por ejemplo, pueden combinar con facilidad el intentar ser eficaces en la tarea con saber cuidar de los demás.

  • Además del centro educativo, ¿qué pueden hacer los padres para favorecer la educación emocional de sus hijos?

Mucho. Y yo incidiría en tres aspectos fundamentales. En primer lugar, podemos empeñarnos en bajar un poco el ritmo de vida vertiginoso que llevamos y asegurar que en nuestra agenda siempre haya espacio para estar con nuestros hijos, de forma que podamos estar disponibles (psicológicamente hablando). Es la única manera de que sientan que pueden acudir a nosotros cuando lo necesiten y satisfacer así sus necesidades de contacto y de comunicación afectiva. En segundo lugar, podemos intentar escuchar más y mejor, antes de darles instrucciones. Esto es especialmente importante en momentos de angustia o tensión. Escuchar muy bien con la intención de comprender qué puede influirles y cómo, teniendo en cuenta quiénes y cómo son (niños, jóvenes). Al hacerlo, estaremos creando una conexión emocional y eso nos permitirá expresarles empatía, ayudarles a nombrar lo que sienten, a comprender lo que les sucede y/o a modificar la situación si necesitaran de nuestra ayuda. La clave aquí es que los niños se sientan libres para sentir lo que sienten y poder expresarlo, sin sentirse cuestionados o juzgados por ello, llevando su atención hacia lo que causa sus sentimientos negativos y no tanto hacia la expresión en sí. Me refiero a intentar evitar expresiones del tipo: No llores tanto…, eres un exagerado…, no hay motivo para poner así… etc. Porque la primera herramienta con la que un niño cuenta para aprender a regular sus emociones empieza aquí, en la experiencia de sentirse sentido, aliviado y aceptado. Con ello estamos transmitiéndoles que los sentimientos son importantes, que es preciso atenderlos, compartirlos y pensar sobre ellos y, en consecuencia, estamos transmitiéndoles que ellos nos importan, que son valiosos para nosotros.

Y en último lugar, podemos involucrarnos más en sus juegos, divertirnos juntos y dialogar sobre todo aquello que es importante para ellos. Los diálogos diarios son esenciales para mantener una conexión entre ellos, nosotros y el mundo (especialmente, la escuela). Durante esos diálogos, los adultos debemos estar atentos y saber transmitir un interés genuino por lo que hacen y dicen los niños, aportando nuestros puntos de vista a la vez que respetamos sus iniciativas, su ritmo, conocimientos y habilidades para expresarse. Y si en esos diálogos hablamos, además, de lo que han sentido en determinadas circunstancias (especialmente si son sentimientos negativos) y tratamos de re-elaborarlo juntos hablando de ello, dándole un sentido y obteniendo un aprendizaje, entonces los niños van construyendo una confianza y una narrativa que les ayudará a conocerse, a comprenderse y a guiarse en situaciones futuras.

  • ¿Por qué crees que un evento como Eduemoción es importante?

Porque tenemos un gran reto por delante que es unir la satisfacción de las necesidades emocionales de los niños con la mejora de la sociedad y la educación emocional y social es la esperanza para conseguirlo. Necesitamos foros de encuentro y participación donde poder compartir conocimientos y experiencias para ser mejor personas, mejores educadores. Sobre todo, para poder discernir lo que es verdaderamente relevante e intentar llevarlo a la práctica.

  • ¿Qué es lo que va a conocer un asistente a tu ponencia?

Tenemos bastante claro que es necesario estar motivados para aprender, que es preciso saber relajarse en momentos cruciales o que la empatía es una cuestión clave para poder relacionarnos con éxito, por ejemplo. Pero creo que apenas hemos reflexionado suficientemente sobre a qué tipo de sentimientos es preciso prestar más atención. Por ejemplo, ¿qué sentimientos son cruciales para aprender? ¿Qué emociones son las que más nos unen? ¿Qué sentimientos son los que más nos ayudan a trabajar en equipo? Mi objetivo es mostrar que educar emocionalmente no es sólo poner el empeño en que los niños desarrollen ciertas competencias, sino saber generar ciertas condiciones y modos de relacionarse en el aula que permitan ir construyendo los sentimientos que nos ayudarán a estar unidos, transformarnos y mejorar el mundo. Las competencias emocionales y sociales serán entonces el resultado natural de haberlo hecho bien.