Adoptar un “rol de mediador” ante los conflictos de nuestros alumnos es lo más efectivo para favorecer la buena convivencia y desarrollar su autonomía para resolver problemas, al tiempo que fortalecerás su autoestima. Para potenciar tu rol de “docente mediador”, te recomendamos:
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En primer lugar, recuerda a tus alumnos los 5 pasos claves (de la mano) para resolver los conflictos y pídeles que se comprometan a seguir estos pasos cada vez que tengan un conflicto.
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Deja en un lugar visible del aula los 5 pasos, para que puedan seguirlos cuando lo necesiten.
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Cuando necesiten tu ayuda, es importante que tengas en cuenta los siguientes consejos:
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Antes de empezar a mediar, asegúrate de estar en calma y pregúntales: “Queréis resolver el conflicto? ¿Queréis solucionarlo?” Si alguna de las partes dice que no, entonces, es mejor que, antes de ponerles a hablar, ayudes al que no quiere solucionarlo a reflexionar sobre las consecuencias de mantener la situación y los posibles beneficios de resolver el conflicto.
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Durante el proceso, es importante que seas un facilitador, no un juez que decida cómo resolver el conflicto. Para ello es esencial que les recuerdes que NO estás ahí para que te cuenten a ti lo sucedido, sino para facilitar que hablen entre ellos y busquen soluciones buenas para ambos.
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Por lo tanto, NO es recomendable que te posiciones entre los dos alumnos sino detrás del que esté hablando, para evitar que se dirijan a ti, en vez de al compañero.
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Pídeles que hablen por turnos y, si ves que al hablar, se empiezan a expresar de forma poco respetuosa, recuérdales la fórmula asertiva, invitándoles a que se digan el uno al otro, qué ha ocurrido, qué le ha molestado y qué quiere pedirle a su compañero para solucionarlo
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antes de buscar soluciones, pídeles que se demuestren uno al otro que se han escuchado diciéndose: “he entendido que te has sentido…. Cuando… y que me estás pidiendo que…”
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Si, antes de demostrarse escucha y comprensión, empiezan a justificarse, pídeles que demuestren que se han escuchado y que se repitan el uno al otro lo que han entendido que le molesta al otro y lo que le está pidiendo para solucionarlo.
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Por último, al llegar a un acuerdo, es importante que se comprometan uno con otro expresando lo que SÍ van a hacer, en vez de expresando lo que van a dejar de hacer. Es decir, en vez de decir “me comprometo a NO volverte a pegar”, me comprometo a “hablar y decirte lo que me molesta en vez de pegarte o gritarte”.
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